sábado, 9 de agosto de 2014

Entre Jerarquías y Dominancias. Parte 1





Un poco arto de oir y leer, que no ver y demostrar, (tiene que ser el primero, y estaria encantado que alguien me diga con argumentos reales, sólidos y convincentes, la jerarquía y la dominancia no existe en los perros por..... y yo, que me considero una persona respetuosa, abierta a aprender, comprender y entender, lo mismo que equivocarme con reconocimiento de ello, intentaria dar la vuelta a mi mismo) como a cada momento se defiende por positivistas que aplican la inquisición a las palabras jerarquía y dominancia, lo que comercialmente triunfa, y que bajo mi punto de vista, es un mal llamado adiestramiento en positivo, tiene un nombre amable, que incita una sensación humana de que bien me voy a portar y que respetuoso voy a ser con mi perro, nada mas lejos. El respeto comienza por entender lo que es un perro, y desde el momento que una persona expresa rotundamente que un perro no se rige por una jerarquía muy bien no sabe lo que es. No tenemos ni idea de lo que le pasa a un perro por la cabeza, gracias al trabajo de muchas personas cada día se sabe mas y cada día se trabaja con mas respeto hacia él. Esto es de lo poco, que mas o menos esta claro.
Desde luego que pronunciar la palabra jerarquía no va a incrementar, disminuir o
solucionar los problemas de conducta, no es esa la idea de publicar esto, es simplemente que entendamos un poco mas lo que es un perro.
El texto que sigue es un resumen del porque. Os invito a leerlo a reflexionar y cada uno que saque conclusiones.

ENTRE DOMINANCIAS Y JERARQUÍAS. PARTE 1

Solo hay una cosa más absurda e inútil que molestarse en demostrar que la dominancia existe, y es el intento de demostrar que la dominancia no existe. Yo voy a cometer el primero de estos actos inútiles.

Dominancia, en el lenguaje corriente, significa «poder e influencia sobre otros». Quiere decir supremacía, superioridad, predominancia, dominio, poder, autoridad, mando, control. Tiene tantos significados y connotaciones que es difícil saber cómo utilizar la  palabra en tanto término científico preciso aplicado a las ciencias del comportamiento. Además, los científicos que la utilizan (así como los que la repudian) no se han esforzado demasiado por definirla de una manera exacta, lo que ha contribuido a la actual confusión, discusiones sin sentido, desacuerdos y afirmaciones absurdas.

Es mi intención poner remedio a esto, primero demostrando que la dominancia sí existe, y después estableciendo que hace referencia a un mismo tipo de comportamiento, independientemente de la especie en cuestión. 

A continuación, daré una definición precisa, pragmática y verificable del término, que será compatible con la teoría de la evolución y nuestros conocimientos sobre la biología. Finalmente, expondré que, si bien es cierto que una buena  relación (beneficiosa y estable) no se fundamenta en continuas demostraciones  de dominancia/sumisión por parte de los mismos individuos ante los mismos individuos, eso tampoco implica que la dominancia no exista en perros (y en cualquier otra especie). Negar la existencia de la dominancia en perros se ha convertido en una argumentación muy difundida para afirmar que no debemos construir una relación con nuestros perros basada en la dominancia.

Es absurdo sostener que la dominancia no existe cuando tenemos tantas palabras que describen todo lo relacionado con ella. Si no existiera, no tendríamos siquiera una palabra que hiciera referencia a ella. El hecho de que el término exista quiere decir que la hemos visto a nuestro alrededor. Podemos afirmar que la hemos observado  y que el término  hace referencia únicamente a determinadas relaciones humanas, o que se refiere a determinadas relaciones tanto entre humanos como entre otras especies animales. La segunda opción parece más atractiva, considerando el hecho de que es muy improbable que una condición en particular solo se dé en una única especie. Eso entraría en conflicto con todo lo que sabemos acerca del parentesco entre las especies y su evolución.

Sin embargo, no es descabellado sostener que el término no es aplicable para describir el comportamiento de determinadas especies. Al contrario, dos especies que han evolucionado desde un antepasado común hace billones de años han desarrollado características propias y difieren del antepasado común y entre ellas. De igual modo, especies muy cercanas, que se separaron hace sólo unos miles de años de un antepasado común, pueden presentar  características similares o iguales entre ellas y respecto al antepasado común.  Algunas especies comparten muchos atributos en común relativos al fenotipo, el genotipo y/o la conducta; otras comparten menos, y otras ninguno. Todo depende de su antepasado común y de su adaptación al entorno.

Los seres humanos y los chimpancés (Homo sapiens y Pan troglodytes) se han separado de su antepasado común hace seis millones de años, de manera que podemos esperar que existan más diferencias entre ellos que entre los perros y los lobos (Canis lupus y Canis lupus familiaris), que se separaron de su antepasado común hace sólo unos 15-20 mil años (y de ninguna manera hace más de 100.000 años). Hay más diferencias en el ADN del hombre y el chimpancé que en el del perro y el lobo (que son prácticamente idénticos salvo por unas pocas mutaciones). Los hombres no pueden reproducirse con chimpancés, mientras que los lobos y los perros pueden tener descendencia fértil. Los hombres y los chimpancés son dos especies completamente diferentes. Los lobos y los perros son dos subespecies de la misma especie.

Teniendo en cuenta estos hechos, podemos esperar que los lobos y los perros compartan un gran número de similitudes, cosa que así es, no solo físicas sino también conductuales. Cualquier lego en la materia lo afirmaría. Sus similitudes a uno u otro nivel son lo que les permite cruzarse entre sí, producir descendencia fértil y comunicarse. Nadie ha cuestionado que los lobos y los perros presentan un amplio repertorio de comportamientos de comunicación en común, y con toda la razón, ya que múltiples estudios confirman que son capaces de comunicarse perfectamente. Sus expresiones faciales y posturas corporales son muy parecidas (exceptuando ciertas razas de perros), con pequeñas diferencias que son menores entre sí que las diferencias culturales que podemos encontrar entre poblaciones de seres humanos geográficamente alejadas.

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