sábado, 9 de agosto de 2014

Entre Dominancias y Jerarquias. Parte 2

En una manada estable, los lobos suelen presentar una conducta dominante y sumisa y rara vez una conducta temerosa y agresiva.

Si los lobos y los perros pueden comunicarse, podemos concluir que los elementos básicos y determinantes de su lenguaje deben ser los mismos. Esto quiere decir que aunque han evolucionado en ambientes aparentemente diferentes, mantienen los elementos más anclados de sus características genotípicas. Esto puede ser por tres motivos: (1) los genotipos compartidos son vitales para el organismo, (2) los entornos en que viven al fin y al cabo no son tan diferentes, (3) la evolución necesita más tiempo y condiciones más selectivas  (debido a que actúa sobre los fenotipos) antes de que los genotipos cambien de manera radical. La primera razón significa que hay más maneras de no sobrevivir que de sobrevivir, o en otras palabras, que la evolución necesita tiempo para desarrollar formas de vida diferentes y viables; la segunda razón significa que aunque los lobos y los perros (mascotas) viven actualmente en entornos muy diferentes, el fenómeno es todavía reciente. Solo hace unos cien años que los perros están plenamente humanizados. Hasta entonces, eran nuestros compañeros, nuestros animales domésticos, pero todavía tenían un elevado grado de libertad y los factores selectivos exitosos eran básicamente los mismos de siempre. No eran todavía mascotas y la cría no estaba totalmente (o casi totalmente) controlada por la selección humana. La tercera razón  significa que quizás un día (de aquí a un millón de años o más), tendremos dos especies totalmente diferentes, perros y lobos. Para entonces, no podrán cruzarse, no producirán descendencia fértil y presentarán características completamente diferentes. Habrán cambiado el nombre, a quizá llamarse Canis civicus o Canis homunculus. ¡Sin embargo, todavía no hemos llegado a eso!

Según las últimas tendencias, el «comportamiento dominante» no existe en el perro, lo que plantea algunos problemas serios. Hay dos maneras de defender esta idea. Una es desechar el concepto «comportamiento dominante» por completo, lo que es absurdo, por las razones que hemos visto antes: el término existe, sabemos más o menos lo que significa y podemos utilizarlo en una conversación con cierto sentido. Por lo tanto, debe referirse a un tipo de comportamiento que hemos observado. Otra argumentación es afirmar que los lobos y los perros son completamente diferentes y, por lo tanto, incluso aunque podamos aplicar el término para explicar el comportamiento del lobo, no podemos utilizarlo para describir el comportamiento del perro. Si fueran completamente diferentes, la argumentación sería válida, pero no lo son, como ya hemos visto. Por el contrario, son muy parecidos.

Una tercera alternativa es construir una teoría totalmente nueva para explicar cómo dos especies tan cercanas como el lobo y el perro (de hecho, subespecies) pueden haber desarrollado en un periodo de tiempo tan breve (miles de años) tantas características radicalmente distintas en un aspecto, pero no en otros. Esto nos llevaría a llevar a cabo una extensa revisión de todos nuestros conocimientos biológicos, lo que tendría implicaciones que van más allá de los lobos y los perros, y ésa es una alternativa que considero poco realista.

English: Saarloos Wolfdog male Polski: Samiec ...
Híbrido de perro-lobo (Imagen via Wikipedia).

Una aproximación mucho más atractiva, en mi opinión, es analizar los conceptos que utilizamos y definirlos bien. Así podremos emplearlos con más sentido cuando abordemos las diferentes especies, sin incurrir en incompatibilidades con el mundo científico.

Tener una definición apropiada de «comportamiento dominante» es importante, porque el comportamiento que implica es vital para la supervivencia del individuo, como veremos.

Me parece que es un enfoque pobre desechar la existencia de hechos que  están detrás de un término sólo porque el término está mal definido, por no decir que es políticamente incorrecto (lo que significa que no se ajusta a nuestros objetivos inmediatos). El comportamiento dominante existe, simplemente está mal definido (cuando se define). Muchas discusiones relacionadas con este tema no tienen sentido porque ninguna de las partes sabe exactamente de qué habla la otra. Sin embargo, no es necesario tirarlo todo por la borda. Por lo tanto, propongo definiciones precisas tanto del comportamiento dominante como del resto de términos que necesitamos para entenderlo: qué es, qué no es, cómo ha evolucionado y cómo funciona.

El comportamiento dominante es un comportamiento cuantitativo y cuantificable manifestado por un individuo con el objetivo de conseguir o conservar el acceso temporal a un recurso en particular, en una situación en concreto, ante un oponente concreto, sin que ninguna de las partes resulte herida. Si cualquiera de las partes resulta herida, se trata de un comportamiento agresivo, no dominante. Sus características cuantitativas varían desde un ligero aplomo hasta una clara afirmación de la autoridad.

El comportamiento dominante es contextual, individual y está relacionado con los recursos. Un individuo que manifiesta un comportamiento dominante en una situación específica no necesariamente lo va a mostrar en otra ocasión ante otro individuo, o ante el mismo individuo en una situación distinta.

Los recursos son lo que los organismos perciben como necesidades vitales; por ejemplo, la comida, una pareja reproductiva, o parte del territorio. La percepción de lo que un animal puede considerar un recurso depende de la especie y el individuo.

La agresividad (el comportamiento agresivo) es el comportamiento encaminado a eliminar la competencia, mientras que la dominancia, o la agresividad social, es un comportamiento dirigido a eliminar la competencia de un compañero.

Los compañeros son dos o más animales que conviven estrechamente y dependen el uno del otro para su supervivencia. Los extraños son dos o más animales que no conviven estrechamente y no dependen el uno del otro para sobrevivir.

El comportamiento dominante es especialmente importante para animales sociales que necesitan cohabitar y cooperar para sobrevivir. Por lo tanto, se desarrolló una estrategia social con la función de tratar la competencia entre compañeros con unas desventajas mínimas.

Los animales manifiestan comportamientos dominantes con varias señales: visuales, auditivas, olfativas y/o táctiles.

Mientras que el miedo (una conducta temerosa) es un comportamiento dirigido a eliminar una amenaza inminente, el comportamiento de sumisión, o el miedo social, es un comportamiento orientado a eliminar una amenaza social de un compañero; es decir, la pérdida temporal de un recurso sin que nadie se haga daño.

Una amenaza es todo aquello que puede herir, provocar dolor o lesiones, o disminuir las posibilidades de un individuo de sobrevivir. Una amenaza social es cualquier cosa que pueda producir la pérdida temporal de un recurso y que provoque un comportamiento de sumisión o una huida sin que el individuo sumiso termine lesionado.

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